Para acercarse con la imaginación a la Maragatería es quizás elemento imprescindible LA ESFINGE MARAGATA, de Concha Espina.
Concha Espina
Sea realismo mágico, o trágico, su estilo, es sin duda propio de su tiempo (se publicó en 1914), y la novela deparó a la autora el premio Fastenrath en su sexta edición, siendo la primera vez que lo obtenía una mujer.
Para esta obra, la autora se desplazó a Astorga, confesando que “Ante mí apareció la parda aridez de la tierra de la Maragatería, los pueblecitos humildes y como encogidos, las mujeres heroicas; las gentes y las viviendas pobres, oscuras, pero prontas a elevarse en llamas de fiestas a cuyos reflejos puede verse una abundancia desmedida y una alegría inusitada que permanecían ocultas y saltan de pronto”. (“La Atalaya”, 1924.)
La novela se centra en Castrillo de los Polvazares, y resulta eminentemente “femenina” por ser las mujeres y los niños los que quedaban en el pueblo mientras los hombres estaban en la lejana emigración o en el comercio itinerante.
La Esfinge Maragata
Leyendo esta novela con ojos de gallego, no resulta tan extraña ni tan lejana esta situación si tenemos en cuenta las realidades de La Galicia de ese tiempo, con las “viudas de vivos” que Rosalía canto, los problemas del campesinado (“Vendéronlle os bois / vendéronlle as vacas; o pote do caldo e a manta da cama…”).
Los problemas se agudizan con la aridez de la tierra, la soledad de los páramos, las distancias… Difícil tiempo, difícil geografía la de una comarca forzosamente cerrada en si misma, que nos recuerda aquel “sen outros alentos que a superstición”, que de Galicia dijo el poeta Valentín Lamas Carvajal:
Alí como o tempo o esprito esmorece
sen outros alentos que a superstición…
Os demos,as bruxas, os trasgos, as meigas…
seus dioses penates, seus númenes son.
A la esfinge le asignamos la intemporalidad, la pasividad, el silencio. Y la esfinge maragata viene a ser la crónica de una conformidad, una entrega, una rendición anunciada dentro de un mundo cerrado, pobre, oscuro han de venir, tienen que buscarse, fuera, muy lejos… enmarcadas en un mundo de leyes inmutables en el que los seres humanos – mujeres y niños fundamentalmente, ya dije- tienen el protagonismo pero no las llaves de su destino.
Son esfinges contemplando el paso del tiempo. Excepto los que deciden ser dueños de su destino y deciden emprender la marcha.
Grabación de "La Esfinge Maragata" en Castrillo de los Polvazares
Y viajaron; emigraron. Como los gallegos, por pura necesidad, no se conformaron los maragatos con trabajar en su tierra, y entre Galicia y Madrid sin dejar de tener su centro de actividades en su propia tierra, sino que cuando las circunstancias lo permitieron y aún exigieron, se distribuyeron por Galicia, se asentaron en Madrid, y emigraron a ultramar asentándose en la Patagonia del siglo XVIII, fundando al sur de Buenos Aires, en la Argentina, el Carmen de Patagones, Mercedes de Patagones (Viedma), San Julián, Puerto Deseado y la ciudad de San José de Mayo, en el actual Uruguay, llamándose “maragatos” a los habitantes de estas comarcas. Establecidos también en Brasil, en Río Grande do Sul, participaron en la Revolución federalista de Río Grande de 1893, la “Revolución de los Maragatos”, en la que los participantes de reconocían por un paño rojo colocado en el cuello. Se llegó a decir que los trajes de los gauchos podrían ser una evolución de los vestidos maragatos por las similitudes que se observan.