A esta mujer le queda mucha cuerda…
El 1 de enero de 2015 la aplicación de la Ley de Arrendamientos Urbanos extinguió, de forma automática, los contratos de renta antigua de locales dedicados al comercio que abonasen una cuota del IAE inferior a 510,86 €. En aquel momento, se calculó que afectaría, aproximadamente, a 64.000 locales comerciales en todo el territorio español.
Algunos de estos negocios que llevaban muchas décadas en activo cayeron antes: en la crisis financiera internacional de 2008, o al jubilarse sus dueños y/o trabajadores o víctimas de la globalización y deslocalización de las industrias que trajo consigo este siglo que transitamos. Otros, los que, heroicamente muchas veces, fueron capaces de resistir los embates de la gentrificación, tratan de adaptarse como pueden a los cambios del patrón de consumo de nuestras sociedades -supuestamente- avanzadas.
En Lugo, Sombreros Da Costa cumplirá 100 años en 2024; Confecciones Mesa lo hará en 2028, la confitería Madarro parece que ha sobrepasado, claramente, los cien puesto que se fundó en 1891 y la Cordelería regentada por Carmen Pérez Carro, veteranísima, ha cumplido ya 143 años.
Ésta última es una fantástica cueva de Alí Babá llena de tesoros en la que puedes encontrar desde un bastón hasta un felpudo pasando por un sombrero, corchos para botellas o el bramante para bridar un redondo de ternera. Los materiales que atesora – esparto, cáñamo, lino, corcho… – suenan a otra vida y a otro mundo pero… qué distinto sería hoy ese mundo si hubiésemos seguido consumiendo cuerdas de cáñamo, sábanas de lino o persianas de esparto, mis preferidas si tienes como yo una terraza mirando a poniente! Tal vez nuestra conexión ancestral con la naturaleza no se hubiera quebrado, tal vez el respeto por los ciclos de la vida – algo fácil de observar cuando todavía teníamos cuatro estaciones en el año – hubiese presidido nuestra forma de estar en el mundo, tal vez nunca hubiésemos conocido los conceptos de calentamiento global o cambio climático. Es un auténtico privilegio disponer en esta ciudad, bimilenaria y amurallada, de este cajón de las maravillas que guarda la hermosa puerta Toledana, aquella por la que debieron entrar en 1880 los abuelos de la actual propietaria quien entiende su negocio como un servicio a la ciudadanía. ¿Cuántas personas con un negocio o empresa quedan en el mundo que pongan por delante a los clientes antes que los beneficios? Y a esta mujer le queda, todavía, y nunca mejor dicho, mucha cuerda…
Con mucha cuerda...