José María López Bourio

Por muchos años, maragatos ejemplares

Cuando los padres de mi suegro, arrieros y mercaderes -allá por 1920 vinieron desde la localidad de Valdespino de Somoza- del municipio de Santiago Millas en León, en plena comarca de La Maragatería, a establecerse con una pequeña tienda mixta en la parroquia de Sistallo del Concello de Feria del Monte-Cospeito-Lugo, seguramente sabían que hacía unos 40 años se había establecido en la ciudad de Lugo la familia de Tomas Pérez Carro, también maragatos oriundos de Santa Coloma de Somoza y por tanto vecinos de nacimiento y análoga profesión, pues la relación de los comerciantes maragatos transcendía entre ellos y los éxitos comerciales y la mejora en la vida y los negocios de unos eran un imán atrayente para que otros siguieran el camino hacia Galicia.

Los maragatos -lo he dicho en alguna charla a alumnos de Empresariales- eran el vivo ejemplo de lo que hoy se llama “emprendedor”, acostumbrados a una vida de viajes de la Meseta a la Costa, al intercambio de productos alimentarios como el bacalao, garbanzos, o lentejas y los quesos, o la cordelería, alpargatas, botas, y un sinfín de útiles necesarios para la vida cotidiana, fueron dejando la vida errante para como la familia Pérez Carro echar raíces en Lugo hacia 1880, y aquí en la capital lucense se establecieron en la Puerta de San Pedro, donde sigue Carmen de la tercera generación familiar al frente del negocio y que con muchas ganas continua con ánimo empresarial atendiendo a la clientela que se queda atónita ante la oferta de productos – algunos muy difíciles de encontrar en otros comercios- y abriendo otros establecimientos como el Hotel-Albergue de reciente creación en el antiguo Pazo del Portón do Recanto.           

El Progreso

 

Por eso cuando hablo de emprender en algún foro utilizo el apelativo de maragato, para dar a entender que el emprendimiento es una cualidad de quien siendo empresario tiene muchas virtudes para promover los negocios, las relaciones comerciales y saber detectar las necesidades de los clientes para ofrecerles lo que demandan, eso es ser un “maragato”, un símil de los que es ser un buen empresario. Por muchos años familia Pérez Carro, maragatos ejemplares.